EducAcción recorriendo la Patagonia Argentina
Un paisaje gélido con viento de Patagonia histórica.
Desde Argentina.
Bien al Sur.
Desde Santa Cruz, provincia bien al Sur, de
la República Argentina, se extiende la llamada la meseta PATAGÓNICA.
El paisaje es mágico ya desde su arribo por
avión, desde el aire se puede apreciar, en cuanto bajando, cuál enorme pájaro
de lata, rodeando el Lago Argentino.
Desde el marrón, agreste y seco de la meseta emerge el azul turquesa del Lago, que es nada más, ni nada menos el testigo silencioso de los deshielos de años tras año.
Las formaciones glaciares, dan el aspecto de
obras de arte de autores del viento, lluvia, agua y vida.
El aire que se respira es limpio, puro y
frío. Un respirar profundo hace llenar la cabeza de hermosas y creativas ideas,
como este escrito que hoy les propongo cerrar los ojos y desde las tierras
centrales de esta América hermosa, profunda, rica e histórica, desde el calor
caribeño y central desde la parte en donde te encuentres volemos juntos y
juntas por la ESTEPA PATAGÓNICA, su Historia, su sangre y sus personajes.
¿Cómo se forman los glaciares?
Como las personas van sedimentando
los recuerdos, en las zonas frías, montañosas y gélidas, los glaciares son el
resultado de la acumulación por años y años de lo que sobra de todas las
nevadas en los sucesivos inviernos. En la estepa patagónica el responsable y
que ayuda a esta sedimentación y acumulación es el VIENTO, que proviene del
oeste desde la Cordillera de los Andes.
Llegamos a ese rincón El Calafate,
ciudad de Santa Cruz, en algún siglo, en algún rincón existirían sus ancestros
verdaderos pobladores de ese inhóspito y aguerrido territorio, otra historia
hubiera sido si los hubiesen dejado vivir como personas, son sus costumbres y
su historia. Los conquistadores los extirparon, sentía cada arbusto espinoso y
con sus tierra negra como un gran duelo, al pisar esas tierras, antepasados
españoles, ingleses, alemanes, suizos y hasta los mismos criollos o mestizos
sustanciados de su poder con la gran corona y los intereses del Gran Mundo
Capital, fueron los genocidas de los pueblos originarios de esas tierras, de
esos pobladores y pobladoras que entendían el silencio, y el imperceptible
sentimiento de los enromes glaciares. Otra historia y otras personas estarían en esas tierras si
los hubieran dejado VIVIR.
Hoy todo esa belleza natural está
predispuesta y muchas personas que trabajan ganando su sustento , por atender y
recibir a esos turistas, de los que pueden hoy acceder a esos parajes, que
pueden permitirse, ver otra forma de la madre Natura que se expresa , que se
empeña en gritarnos , que la cuidemos, que prestemos atención, al cóndor que
vuela en lo alto, a las aves que se juntan en el Lago Argentino, próximas a
emigrar, a ese lenguaje que no tenemos, ni nos enseñan a apreciar ni en las
escuelas y que en mundanal ruido de las enormes ciudades llenas de polución
nociva y gases de las fábricas, no nos dejan apreciar, no disfrutar.
Desde las tierras que he podido
acercarme hacia ellas, llenas de misterios escondidos y de antiguos vestigios
arqueológicos, que nos puedan decir más de las formas de vida y de los orígenes
de esta Humanidad.
Encontramos en una especie de
moderador, de persona Humana, conectado a esa Madre Natura al Padre de la
preservación natural Francisco Pascasio Moreno, explorador de esas tierras e
investigador autodidacta. Antes no te pedían ser licenciado o licenciada, sino
mérito y fuerza aguerrida para exponerse en piel y carne en explorar esas
inhóspitas y aguerridas tierras.
Por este viaje que fue la excusa
perfecta para conectar tanto en lo geográfico, natural y familiar con los valores
que espero conservar toda la Vida, el amor hacia mis hijos, hacia mi madre que
me permite hoy estar en esta Tierra, a mi hermano que por más diferencia que
tengamos y seamos personas diferentes, provenimos de una Misma Historia de
origen.
Historia que tendría que volver a
reconstruirse, por lo menos dejando a sus verdaderos dueños y dueñas de esas
tierras volver a poseerlas.
Por esta crónica de viaje, he
querido acercarles por La Gaceta, este pedacito de planeta y de territorio, que
todavía me sigue imponiendo respeto y un poder mágico al pisarlo.
Aixa García
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